«Al monte Santo de Granada» de Góngora

Este monte de cruces coronado,
cuya siempre dichosa excelsa cumbre
espira luz y no vomita lumbre,
Etna glorioso, Mongibel sagrado,

trofeo es dulcemente levantado,
no ponderosa grave pesadumbre,
para oprimir sacrílega costumbre
de bando contra el cielo conjurado.

Gigantes miden sus ocultas faldas,
que a los cielos hicieron fuerza, aquella
que los cielos padecen fuerza santa.

Sus miembros cubre y sus reliquias sella
la bien pasada tierra. Veneradlas
con tiernos ojos, con devota planta.
 

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